Hacia el año 800 d.C., existía un cacicazgo que ejercía su centro de poder en la planicie del delta. Los terrenos planos y fértiles favorecieron el liderazgo de los poblados de la llanura, entre los cuales se localiza Finca 6.
Esta aldea formó parte de una amplia comunidad, la cual contaba con diferentes sectores de ocupación, lo que pudo deberse a la existencia de una comunidad extendida, de varias comunidades relacionadas, o bien, de una población que debió reubicarse en distintas áreas desplazada por las constantes inundaciones u otros factores sociales y políticos.
En el área central de la aldea hay dos montículos artificiales de 20 a 30 metros de diámetro, con muros de cantos rodados o piedras de río. Sobre estas bases se construyeron grandes viviendas con pórticos y rampas de acceso para el uso de personajes principales.
Una edificación mira hacia una plaza con alineamientos de esferas en el interior del sitio, y la otra está orientada hacia el exterior de la aldea, en dirección al Estero Azul (un brazo navegable del río Sierpe), en cuya entrada destacan dos esferas que señalan la importancia del lugar y sus ocupantes.
El tamaño de las construcciones, el grado de elaboración y la orientación de las mismas sugieren que parte de sus funciones eran impresionar al visitante, recordarle el rango social y el poder de sus habitantes.
Finca 6 cuenta con un área funeraria que consiste en un montículo rectangular con muros externos de piedras de río. Allí fueron enterradas las personas con sus ofrendas y luego el montículo fue cubierto con un empedrado.
Este sitio fue objeto de rituales, al colocarse ofrendas alrededor que se acumularon con el tiempo. Eran objetos de cerámica, piedra y resina, aunque también se localizaron semillas y restos de animales. Muchos de estos objetos se hallaron mutilados o quebrados a propósito, posiblemente para simbolizar su condición de ofrendas. Algunas de las vasijas provenían de zonas lejanas como Guanacaste y su presencia en el cementerio indicaba el estatus de sus ocupantes.
Finca 6 destaca por ser uno de los pocos sitios arqueológicos donde todavía se encuentran esferas en su sitio original (en contexto), algunas de ellas formando alineamientos en áreas públicas y otras asociadas a estructuras principales.
Las esferas alineadas se ubican en una plaza pública contigua a los montículos artificiales, donde se cree vivían las autoridades del asentamiento. Dos alineamientos paralelos con una orientación aproximada este - oeste, lo que sugiere una relación con la salida y puesta del sol.
Un conjunto consta de tres esferas sobre una longitud de 77 metros. El otro presenta dos esferas con una distancia de 11 metros entre sí. Las esculturas fueron colocadas sobre el suelo compactado, miden entre 1,40 y 1,90 metros y al menos una de ellas muestra un grabado en su superficie.
Dos esferas de 1,10 m de diámetro, fueron encontradas en los extremos de la rampa de acceso a uno de los montículos principales, sugiriendo su uso como símbolos de poder social y religioso y como un elemento que reforzaría el carácter de la vivienda como un espacio para actividades especiales.
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