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Historia Geológica

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Mioceno

Durante el Mioceno (hace unos 23 a 5 millones de años), continuaba la sedimentación de los materiales volcánicos y de los sedimentos generados por la erosión de los terrenos emergidos.  La compactación y consolidación de esos materiales generaba rocas sedimentarias.  Al mismo tiempo, a lo largo de la cordillera de Talamanca, la actividad magmática aprovechó las fisuras y fallas tectónicas en la corteza terrestre y en las rocas sedimentarias antes mencionadas, para favorecer el emplazamiento de cuerpos de rocas intrusivas, de tamaño variable, formados durante diferentes etapas sucesivas.  En esta secuencia, las rocas graníticas son las más jóvenes y los gabros los más antiguas.  Actualmente, estas rocas intrusivas reciben el nombre de Formación Puerto Nuevo y fueron utilizadas para la elaboración de esferas.

Luego, hacia finales del Mioceno (hace unos 10 a 8 millones de años), el levantamiento tectónico de la región, la erosión y los depósitos acumulados de sedimentos transportados por los ríos y depositados en forma de abanicos aluviales (en los piedemontes montañosos) y deltas (en el litoral) hizo que la profundidad de las aguas de la zona marina disminuyera paulatinamente y se estableciera un puente continental continuo, lo que permitió que algunos animales pudieran transitar y migrar desde Norteamérica hasta Suramérica y viceversa.  Las rocas resultantes, en esta época, están formadas por partículas de sedimento de diversos tamaños, llamadas areniscas y lutitas y reciben el nombre de Formación Curré.

Las islas, que posteriormente formarían la base de la península de Osa, comenzaron a emerger de las aguas y serían más estables y continuas de aquí en adelante.

 

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